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María José

Asesinada en Fuencarral
el 17 de marzo de 2014

Texto: PorTodas

Fotografías: Elvira Megías

“Déjame, no quiero saber nada más de ti, olvídame. Esto ha terminado. Dos semanas más tarde, asesinada a manos de su expareja. Lo cuento yo porque mi madre ya no puede”.

Este tuit fue uno de los mensajes más difundidos de #Cuéntalo, la cadena de testimonios sobre violencia machista que explosionó en 2018 en España. Más de 16.000 retuits y 26.000 ‘me gusta’ se hicieron eco del asesinato de María José, narrado por su hija Ani cuatro años después de que ocurriese.

Ahora Ani es una joven estudiante de Derecho de 21 años, cuya orfandad producida por la violencia machista la ha llevado a construirse como feminista. Presentarse así en la red social también le costó alguna respuesta como la siguiente: “Con razón mataron a tu madre”.

“A los que me contestaban desde la ignorancia, les respondía y explicaba. Pero a los que hablaban desde el odio, no. Solamente los retuiteaba y otros se encargaban de contestar”, cuenta esta mujer de aspecto frágil y madurez precoz, que se ha abierto a colaborar con #PorTodas por si su experiencia sirve para contribuir a entender mejor qué implica la violencia machista. Porque fue ella quien percibió desde un principio, cuenta esta joven, que aquella relación no era sana ni beneficiosa para su madre. Ani tenía entonces 15 años y sus advertencias no fueron lo suficientemente atendidas. Y porque Ani fue, además del asesino, la última persona que la vio con vida, justo antes de decirle: “Si te vas con él, no vuelvas a por mí”.

Era domingo. 16 de marzo de 2014. María José llevaba a Ani a casa de su padre en Tres Cantos (Madrid) cuando sonó el teléfono en el coche. La niña le pidió que no lo cogiera, no quería que María José, divorciada, retomara el contacto con aquel novio que, en su opinión, tanto mal les había hecho. Pero María José descolgó. Era Juanma. No la dejaba en paz. Quería que fuera a su casa a verle. La necesitaba. Estaba al borde del suicidio, le dijo. Y si no lo hacía por él, al menos, quería que acudiera para hacerse cargo del pastor alemán que habían compartido como mascota, según recuerda Ani.

La niña hizo señas a su madre para que colgara de inmediato el teléfono, abrió la puerta del vehículo y echó a correr en dirección al portal de su padre. María José salió detrás de su hija. Con la puerta entre ambas, Ani le dijo “si vas a verle no vuelvas a por mí”. Ese mismo domingo María José fue asesinada por su expareja. Ocurrió justo cuando volvía a estar ilusionada con una nueva relación, justo cuando había identificado que lo vivido con Juanma no era lo que quería para su vida. Lo dicen sus tuits de aquella misma semana:

El martes, María José escribió: “¡Qué malos son los celos!” y “Por fin tranquilidad, ¡qué descanso!”.

El miércoles: “Las personas no pertenecen a nadie… a ver si te enteras”.

Y el viernes añadió: “Te fallan, te duele, perdonas. Te fallan, te duele, perdonas. Así hasta que un día te cansas y te pierden”.

El domingo, María José (49 años) fue al piso de Juanma (50) en Fuencarral. Allí él insistió en retomar la relación. Ante su negativa, la mató. La asfixió y acuchilló.

Juanma y María José habían sido novios en el bachillerato, cuando ambos estudiaban en un centro privado de San Sebastián de los Reyes, el séptimo municipio más rico de España. Se perdieron de vista los años siguientes, en los que sus vidas corrieron una suerte diametralmente opuesta.

María José cursó Ingeniería Informática y se casó con José Manuel. Tuvieron dos hijos: Ani (que ahora tiene 21 años) y su hermano, cuyo nombre omitimos por ser menor de edad. Y se establecieron en el ensanche de Tres Cantos, otra de las poblaciones más pudientes del país.

Bien posicionada y de fuertes convicciones católicas, la familia escolarizó a los menores en un colegio privado de la capital. María José llevaba a su hija y a su hijo a clase antes de ir al trabajo. Era jefa de comercio internacional. Hablaba cuatro idiomas. Los veranos, Ani y su hermano se dividían –por temporadas– entre la segunda residencia en Alicante o la casa de campo junto a sus abuelos en una urbanización de Guadalajara. Todos los años, además, hacían un gran viaje al extranjero: Barbados, Tailandia, islas griegas…

Juan Manuel García le pidió a María José, su expareja, que acudiera a su piso en Fuencarral. Allí la asesinó.

Un día, aquel novio del instituto, Juan Manuel García (Juanma), contactó por Facebook con María José, siempre según el testimonio de Ani. Le contó que se encontraba francamente mal, solo, sin nada, comiendo de los descartes de las tiendas. María José convenció a su marido y lo acogieron en casa durante una temporada.

Ani no era más que una cría, pero recuerda que sintió “pena” por él, por su estado de abandono absoluto. Le llamaba la atención cómo intentaba atraer a su madre con calculados detalles. Estuvo solamente unas semanas en casa, y un día sin previo aviso desapareció. Ani cree que Juanma intentó llevarse a su madre con él.

Al poco tiempo, en 2011, comenzaron los problemas conyugales, que terminaron en una separación hostil entre María José y su marido.

Fue entonces cuando reapareció Juanma en la vida de la ingeniera, que atravesaba una dura crisis. Al divorcio se sumaron las muertes en poco tiempo de su padre y de su madre. “Ya entonces aquel hombre era todo menos agradable”, explica Ani. “Era celoso, posesivo, gritaba mucho, elevaba la voz para dominar siempre la situación. Gesticulaba para mostrarse superior. Y separaba de nosotros siempre a mi madre y a mi hermano, que era mucho más pequeño y estaba más vinculado a ella”. Los hijos de María José no llegaron a vivir con Juanma, pero pasaban bastante tiempo a su lado en su piso de Fuencarral, la casa que María José alquiló en Tres Cantos para cuando le tocaban los niños y una casa compartida con otra gente que a Ani le parecía un lugar “muy extraño”.

De aquellos fines de semana, Ani recuerda ver a su madre “con constantes altibajos, o muy alegre o muy triste. De repente, desaparecía varios días, y ella sabía que eso estaba mal, pero él tenía ese poder sobre ella”. También había abuso del alcohol y de otros estupefacientes. “Él quería a mi madre por su dinero, y quería meterla en su vida súper rara”, asegura la hija.

“Una vez él me pegó. Escapé de casa, fui a buscar a mi padre y me llevó a denunciar a la Guardia Civil. No le detuvieron, pero al día siguiente hubo un juicio rápido. Se presentó con mi madre, y ella negó los hechos. Lo soltaron. Mi madre me explicó que por esa tontería igual le podían meter un año en prisión. ¡Ojalá me hubieran creído y le hubieran metido en la cárcel! Mi madre seguiría viva”, se lamenta.

Ani cree que María José “sabía que lo que había hecho estaba mal, pero no quería complicar las cosas, decía que había sido una simple tontería”. Ese fue el inicio del declive de la relación madre-hija.

Las tías paternas de la menor advirtieron a María José de la delicada situación. Incluso la exmujer de su asesino acudió a Madrid para ponerla sobre aviso. “Le habló de lo mala persona que era, le advirtió que era un maltratador”, rememora Ani.

María José era una usuaria habitual de Twitter. En esta red social compartía sus pasiones: sus hijos, los viajes y el Real Madrid. Pero también escribía frases de desahogo personal. En esta suerte de diario digital póstumo, hoy se adivina que fueron varias las veces que intentó dejar a Juanma. Sospechaba que él solo la quería por interés económico. Y dudaba sobre qué era realmente lo que le atraía de él. Llegó a hacer listas con los motivos para dejarle.

Ani, hija de María José

En verano de 2013, nueve meses antes de que la matara, escribió: “Ya no caigo más en la misma trampa. Todo tiene su tiempo y yo mi paciencia, ni voy a sufrir más por algo que no tiene remedio”.

Ani considera que su madre, al final, había conseguido darse cuenta de que estaba siendo maltratada. De hecho, en uno de los whatsapp previos a su asesinato, según recoge la sentencia, María José le escribió a su asesino:  “No paras de hacerme daño. Aposté por ti y casi pierdo a mi hija. Me he dado cuenta de que eres una mala persona. Me has engañado. Todos me lo decían”.

Su hija entiende ahora que “tienen que ser los demás adultos los que ayuden a escapar a las mujeres que viven la violencia de género”. Y añade: “Ellas solas no van a salir de eso. Yo no paraba de decirle que las cosas que él hacía le hacían daño, pero no me escuchaba. Tienen que ser los adultos”, insiste por si la advertencia sirviese para otro caso.

En el punto municipal de atención a las víctimas de Violencia de Género de Tres Cantos conocían a María José. Pero solo como la usuaria de la asesoría jurídica que afrontaba un divorcio contencioso. “No estaba catalogada como víctima de violencia de género. Nunca nos contó que tuviera problemas con esta otra pareja”, explican las trabajadoras sociales.

Al día siguiente del portazo con el que Ani se despidió, sin saberlo, para siempre de su madre, su padre se presentó por sorpresa a buscarla en el colegio a media mañana. Le dijo que María José había tenido un accidente. Ella no pensó nada raro. Más bien imaginó un accidente de tráfico. Pero enseguida sus compañeros del colegio comenzaron a enviarle al móvil fotos de la tele y enlaces de los periódicos. Antes de que su padre encontrara la forma de comunicárselo, un diario le dio la noticia. Y no solo. Quien redactó la información confundió el nombre de pila del asesino con el del padre de Ani. La hija sufrió: “No quería que nadie pensara que mi padre había matado a mi madre”.

El asesinato machista ocurrió en el piso de Fuencarral de Juanma. Por eso los minutos de silencio en su memoria se sucedieron tanto en el Ayuntamiento de Madrid como en el de Tres Cantos. Esta corporación mandó levantar en una rotonda un monolito en su recuerdo y plantó a su lado un olivo. La familia recuerda la cercanía de trato del alcalde, Jesús Moreno García (PP).

Monolito en memoria de María José

La Policía detuvo a Juanma junto al cadáver de la víctima. Ingresó de manera preventiva en Soto del Real. Después, el exmarido de María José, y padre de sus hijos, encargó a los abogados que le llevaban el divorcio la causa penal por el asesinato.

Un jurado popular condenó al asesino a 15 años de prisión. La familia de María José recurrió la sentencia porque le aplicaron un atenuante por “trastorno mixto de la personalidad” que rebajó en cinco años la pena. Pero la Audiencia Provincial consideró probado que Juan Manuel García, en situaciones de tensión, carecía de autocontrol. Ahora el asunto ha sido archivado, después de que el 26 de marzo de 2018, el asesino de María José muriera en prisión. La familia de la víctima se debate entre la alegría de saber que no saldrá y la rabia que supone que no cumpliera la condena íntegra.

Cerrado el caso judicial, Ani sigue viendo a la misma psicóloga a la que empezó a visitar tras el divorcio de sus padres. El Ayuntamiento ofreció asistencia psicológica a su hermano. Económicamente no les ha faltado de nada. Viven con su padre y cobran una pensión de orfandad gracias a la cotización de su madre. Sin embargo, ni han recibido ni recibirán un solo euro de la indemnización que la Justicia impuso al asesino: 100.000 euros a cada hijo. Juan Manuel García se declaró insolvente y su defensa corrió a cargo del turno de oficio.

La joven estudiante de Derecho que hoy pasea por el mismo parque al que su madre la llevaba a ver los patos, encontró en el feminismo respuestas a lo sufrido, y en la lucha contra la violencia machista una salida a la impotencia. A veces eso es causa de enfrentamiento con su entorno más cercano, que es abiertamente contrario a la Ley contra la violencia de género. “Mis compañeros vienen a mí, a mí, a decirme que hay que derogarla. Les digo que es mejor que encierren a diez inocentes una noche en un calabozo si con eso evitan un solo caso como el de mi madre”.

En la lápida de María José se lee: “Rogamos una oración por ella y por todas las mujeres maltratadas”. Su entorno la puso porque ella misma había entendido en el último momento que lo que estaba viviendo era maltrato, era violencia.

De vez en cuando, Ani compra un ramo de margaritas, otro de claveles y coge el autobús al cementerio. Entonces se sienta sobre la tumba de su madre, acaricia la lápida y le cuenta sus cosas. Habla de ella y con ella en tiempo presente. Aunque hayan pasado ya cinco años. Porque aún la persigue por las calles de Tres Cantos si cree verla. A ella o a aquel coche en el que se vieron por última vez. Y a veces se despierta creyendo que ha encontrado un modo de salvarle la vida. Cuando se da de bruces con su ausencia busca los vídeos en los que aparece. Teme olvidar cómo era su voz.

El pasado 8 de marzo Ani volvió a recorrer las calles de Madrid con una pancarta que rezaba: “Se lo debemos a las que nunca volvieron. Mamá”. Tres días después, escribió en una red social: “¿Alguna vez se supera perder a tu madre? Te echo de menos con todas mis fuerzas”.

Violencias previas

Según el testimonio de su hija, la relación con Juan Manuel García fue de malos tratos desde el principio. “Era celoso, posesivo, gritaba mucho”. Unos comportamientos que hizo públicos María José a través de su cuenta de Twitter: “Qué malos son los celos”, “Las personas no pertenecen a nadie… A ver si te enteras”.

Las trabajadoras sociales de Tres Cantos no tenían constancia de que fuese víctima de violencia de género. Solo estaba registrada como usuaria de la asesoría jurídica para su divorcio contencioso.

El asesino

Juan Manuel García había vagabundeado por varias ciudades tras ser despedido del último de sus trabajos en la cocina de un restaurante. También llevó un bar de Fuencarral, pero lo perdió. Juan Manuel tuvo un hijo siendo muy joven con una mujer, con la que no convivió mucho tiempo, y que buscó a María José para advertirle de su carácter violento. Ella tampoco había interpuesto ninguna denuncia contra él. El hijo de ambos escribió una carta a la familia de María José para pedirles perdón por lo que había hecho su padre. “Fíjate qué culpa tendrá él”, reflexiona Ani.

El asesino casi no publicaba información en las redes sociales que no estuviera relacionada con María José. Se limitaba a contestarle a veces, a retuitear lo que ella publicaba de manera casi automática –demostrando un control férreo– o a colgar fotografías de ella. 

Juan Manuel García murió el 26 de marzo en prisión.

La sentencia

Dos años después del crimen, en 2016, la Audiencia Provincial de Madrid ratificó la condena de 15 años de prisión impuesta en un juicio con jurado a Juan Manuel García por asesinato con alevosía y la concurrencia de un agravante por parentesco y de un atenuante de alteración psíquica. La sentencia confirmaba también 200.000 euros de indemnización a los hijos y 160.000 para dos hermanas de la asesinada.

Los hechos probados, según la sentencia, son que habían mantenido una relación de pareja y que ante la negativa de volver con él resolvió matarla por asfixia y apuñalamiento. También que el condenado sorprendió en su ataque de forma repentina a su víctima, sin que se lo pudiera esperar. Después cogió el teléfono de la víctima y envió varios mensajes haciéndose pasar por ella.

Los abogados de la familia de la víctima recurrieron. Pretendían elevar la pena a 20 años. Querían revertir el atenuante aplicado de alteración psíquica por “un trastorno mixto de la personalidad”. Según se lee en la sentencia de la segunda instancia, que no les dio la razón, los médicos certificaron que el trastorno “le confiere (al asesino) una tendencia a comportamientos de tipo impulsivo, fundamentalmente en situaciones de conflicto o tensión emocional, lo cual afecta ligeramente sus capacidades volitivas”. Significa, en resumen, que entiende sus actos, pero no los puede controlar.

La Audiencia consideró que la alteración no podía ser eximente, pero sí atenuante. Vieron probado que el acusado “padecía, en relación con la víctima, una situación de conflicto o de tensión emocional rayana en lo obsesivo”. Y en la sentencia se lee: “No se trata aquí, claro está, de justificar con un estímulo inadmisible un arrebato no apreciado, se trata de que la prueba considerada por el Jurado revela la persistente situación de tensión emocional que el acusado venía experimentando de la que fue su víctima a la vista de su nueva relación sentimental”.

En el informe publicado por el Consejo General del Poder Judicial en 2016 se dice que la atenuante de “alteración psíquica” es de las más solicitadas por las defensas. Se planteó en 37 de los 48 casos de ese año, pero en solo en tres se estimó. Lo que quiere decir que solo en un caso de cada diez se acepta. Uno de ellos fue este. El informe recuerda que hay que prestar más atención si cabe ante el fin de la relación o la convivencia, porque “no conlleva una reducción en el riesgo de homicidio”.

La Administración

Tres Cantos (46.750 habitantes) tiene un Programa de asistencia integral y multidisciplinar a las víctimas de violencia de género y personas dependientes, financiado por la Comunidad de Madrid, con el presupuesto anual de 81.686,93 euros. Finaliza en 2019. Dispone de 12 agentes formados en una unidad específica de la Policía Local, una mesa de coordinación de todas las fuerzas de seguridad y agentes implicados en la lucha contra la violencia de género y un punto municipal de atención a víctimas, dependiente de la Comunidad.

El popular Jesús Moreno es el alcalde de Tres Cantos, uno de los municipios más prósperos del país. Lo era también en 2014, cuando fue asesinada María José, el único homicidio por violencia de género registrado en el municipio, desde que tiene Concejalía de Igualdad, hace 25 años. El consistorio construyó en su memoria un monolito y plantó el árbol que eligió la familia, un olivo, cerca de su residencia. También ofreció asistencia psicológica a los hijos.

Las encargadas del punto municipal del observatorio regional para la violencia de género confirman a #PorTodas que en estos cinco años “ni ha aumentado ni ha disminuido” el presupuesto municipal para la asistencia a sus víctimas. Lo único que se ha incrementado es una partida para talleres de prevención de la violencia en el ámbito escolar.

María José solo acudió a este espacio como usuaria de la asesoría jurídica para el divorcio del padre de sus hijos, pero nunca informó de que tuviese problemas con su nueva pareja, confirman las trabajadoras sociales.

Estas profesionales aprovechan la oportunidad para romper el mito de que esta problemática no existe en municipios de alta renta per cápita: “Las mujeres que atendemos son de nivel cultural y económico medio o medio-alto. Aquí las mujeres con menos recursos del municipio acuden a la Concejalía de Servicios Sociales con otras prioridades, dejan la violencia de género en un segundo plano, porque lo que les preocupa es qué pueden comer y qué pueden dar de comer a sus hijos. Pero a quienes nosotras atendemos es a directoras de empresas, a arquitectas, a todo tipo de profesionales. No influye en esto ni la profesión ni lo que ganan. Para ser víctimas de violencia de género el único requisito es ser mujer”.

 

El tratamiento mediático

La información del asesinato salió publicada en prensa digital local de Madrid y de Tres Cantos, localidad de donde era la víctima, el día 17 de marzo de 2014.  Las informaciones de última hora daban ya la identidad completa de María José y el nombre de pila de su asesino.

Pero contenían algunos errores, como que María José dejaba huérfanas a dos niñas, cuando en realidad tenía una hija y un hijo. Hubo un medio de comunicación que se confundió y dijo que el asesino se llamaba José Manuel, en lugar de Juan Manuel. Casualmente, José Manuel es el nombre del exmarido de la víctima, el padre de sus hijos. Sus hijos sufrieron: “No quería que pensara nadie que mi padre había matado a mi madre”, explica su hija.

Además, ella recibió la noticia de cómo había sido la muerte de su madre antes por los medios de comunicación, que de boca de su padre. Los compañeros de clase le enviaron fotos y enlaces al móvil, con detalles de las circunstancias del asesinato.

Las noticias enmarcaron el caso, desde un principio, en asesinato “de violencia machista”. Y en los siguientes días los medios se hicieron eco de minutos de silencio y declaraciones oficiales en las que se pedían más recursos públicos contra la violencia de género. Un medio local publicó también una carta de la pareja nueva de María José, en la que pedía a las mujeres de “gran humanidad, corazón y compasión” que no se la entregaran a quienes no fueran capaces de valorarlo porque será el alimento de esos “seres despreciables” para “someteros hasta acabar con vuestras vidas”.

Recientemente, La Vanguardia ha publicado un reportaje sobre el asesinato de María José. Las fuentes que utiliza, incluidas las imágenes, son las de las redes sociales, Twitter y Facebook, que tanto el asesino como María José tenían en abierto.

Cinco años después

El primer día de Universidad, en la Francisco de Vitoria, los profesores sentaron al alumnado en círculo y les pidieron que compartieran un pasaje de sus vidas que les hubiera moldeado como personas. Ani les contó que un hombre que había sido pareja de su madre la había matado.

“Lo compartí porque es lo que más ha influido en la persona que soy ahora”, explica.

Más recientemente, Ani también participó en el movimiento #Cuéntalo, en el que tres millones de mujeres hicieron público en redes sociales el relato de situaciones de violencia machista que habían vivido.

Dejó este tuit: “Déjame, no quiero saber nada más de ti, olvídame. Esto ha terminado. Dos semanas más tarde, asesinada a manos de su expareja. Lo cuento yo porque mi madre ya no puede”. Su mensaje fue de los más difundidos en esa cadena de denuncia. Recibió 16.000 retuits y más de 26.000 ‘me gusta’. Pero entre los 360 comentarios, alguno fue muy cruel. Por reconocerse en el feminismo, le llegaron a decir: “Con razón mataron a tu madre”.

La cosa se calmó en la red social, pero en su día a día todavía hay quien se le acerca para cuestionar la ley de la violencia de género y defender su derogación. “Y me lo vienen a decir a mí, con lo que he vivido, pero no voy a cambiar de forma de pensar. Siempre defenderé que es mejor que haya diez hombres detenidos una sola noche si con eso se evita un asesinato como el de mi madre”.

Habitual desde hace unos años de las manifestaciones contra la violencia machista, lamenta que sean menos multitudinarias que las del 8 de marzo. Pero este último se reconcilió un poco con la gran afluencia en Madrid. Ella se manifestó acompañada de su novio y de un amigo. Su pancarta decía: “Se lo debemos a todas las que nunca volvieron. Mamá”.

En estos cinco años, en el municipio no se ha registrado ningún otro asesinato por violencia machista.

[Este reportaje fue elaborado entre febrero y marzo de 2019 y podrá ser actualizado en el futuro.]

 

Manifestación del 8M de 2019 en Madrid