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Olha

Asesinada en Can Picafort – Santa Margalida
el 7 de marzo de 2014

Texto: Alba Mareca
Fotografías: Álvaro Minguito

A medida que se avanza por el paseo marítimo de Can Picafort, varias esculturas de cemento con figuras de mujeres roban el protagonismo a los hoteles, apartamentos y restaurantes situados en primera línea. Si el recorrido comienza en el obelisco de la Cala de s’Aigua Dolça, la playa de Son Baulò supone el final. Justo donde se ubicó la última de estas estatuas del artista Joan Bennàssar, La herida, se encontró dos años antes el cuerpo de Olha, asesinada por su marido el 7 de marzo de 2014.

Aunque ahora su historia parezca tener algún tipo de conexión metafórica con esta obra, la investigación de su feminicidio arroja una conclusión bien distinta. Cuesta encontrar a alguien que recuerde con detalles a esta mujer de 39 años y a su pareja, Dimitri, de 29. Él vivía en unos apartamentos cercanos a Son Baulò, uno de los puntos más turísticos de la isla de Mallorca, situado en el municipio de Santa Margalida, de unos 12.000 habitantes. Ella, según informaron los medios locales, trabajaba como empleada doméstica en Palma y se movía entre esta ciudad y Can Picafort.

Una de las calles que dan a la playa, prácticamente vacía tras levantarse el estado de alarma en el país.

Que no fuera una mujer con un entorno consolidado en la isla no evitó que se celebrase un homenaje en su memoria. Varias asociaciones feministas convocaron una concentración en repulsa de su asesinato, el primer crimen machista de Baleares en 2014. El Lobby de Dones de Mallorca organizaba por entonces una protesta tras cada feminicidio –ahora lo hacen el 25 de cada mes, en Palma y Manacor–. El 19 de marzo de 2014, a este acto se unieron Homes per la Igualtat y Creients i Feministes. Durante la concentración en la Plaza de las Tortugas de la ciudad de Palma, se leyó un texto en recuerdo de Olha que, según publicó el periódico Última Hora, decía así:

“Poco sabemos de Olha, esta mujer joven a la que se le adivina una vida dura, fuera de su país de origen, con estrecheces económicas y afectivas manifiestas, en un cuerpo maltratado. Víctima de una muerte cruel a manos de quien ella pensaba que la quería. Como tantas otras, cada una con sus circunstancias particulares, pero siempre víctimas a manos de unos hombres que la sociedad crea y tolera”.

Edificio de apartamentos en el interior del pueblo, cerca de donde se cometió el asesinato.

Entre las asistentes estaba Francisca Mas, una abogada especializada en violencia de género y la primera directora del Institut Balear de la Dona, entre los años 2000 y 2003. Para Mas, esta concentración fue especialmente dramática: “Su cuerpo tardó en ser reconocido, nadie la identificaba, nadie preguntaba por ella”. 

La experta y activista se refiere así a la confusión que se generó al principio, tras el hallazgo de su cadáver. Los primeros días, la hipótesis que se barajaba no era la de un caso de violencia de género. De ello se encargó Dimitri, quien defendió hasta el último momento tanto su inocencia como que lo ocurrido fue accidental. Los hechos probados que refleja la sentencia condenatoria, sin embargo, no dicen lo mismo. 

Francisca Mas, abogada especializada en violencia de género y la primera directora del Institut Balear de la Dona, entre los años 2000 y 2003.

El 7 de marzo de 2014, tras bañarse en el mar, Dimitri forcejeó a Olha y, tras dejarla semiinconsciente, le asestó un golpe en la cabeza con una piedra, después le tapó la nariz y la boca, lo que le provocó una insuficiencia respiratoria. Tal y como concluye la sentencia, dictada en julio de 2016, Dimitri quería asesinar a Olha, así que lo hizo “cuando sabía que ella no podía defenderse”.

Olha no fue identificada hasta seis días después, momento en el que Dimitri fue detenido ya como principal sospechoso. Al Tribunal Superior de Justicia de Baleares no le constaban denuncias previas y desde los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Santa Margalida, preguntados por este feminicidio, argumentan que no ofrecen información sobre casos concretos por una cuestión de protección de datos.

Durante esos seis días de investigación, y tal y como publicó el Diario de Mallorca el 13 de marzo de 2014, la Guardia Civil estuvo mostrando una foto de Olha a residentes de la zona y personal de los hoteles, como el Ferrer Concord, situado frente a la playa de Son Baulò. Nadie sabía quién era.

La playa de Son Baulò al final del paseo marítimo, donde se ubica la última de estas estatuas del artista Joan Bennàssar, ‘La herida’.

La falta de una red de apoyo de Olha en la isla se confirma en la sentencia. Según este documento, su madre era la única familiar conocida. Residía en Bulgaria, de donde también procedía Olha. Dimitri, de nacionalidad rusa, estaba obligado a indemnizarla con 12.000 euros, además de a cumplir una condena de 19 años de cárcel por el asesinato y el agravante de parentesco. 

En junio de 2020, los habituales carteles con el teléfono de atención a víctimas de violencia machista que se encuentran en la comisaría de Can Picafort han sido sustituidos por aquellos que informan de las medidas de seguridad frente a la COVID-19. Así lo explica un agente que viene de desalojar una de las playas, cerrada en la víspera de San Juan: “Donde sí queda alguno todavía es en el Centro de Salud”.

De las 55 mujeres que fueron asesinadas en 2014 según las estadísticas oficiales, 18 de ellas habían nacido fuera de España. El informe que analiza los 1.000 asesinatos machistas que se han cometido entre 2003 y abril de 2019 en España, elaborado recientemente por el Consejo General del Poder Judicial, concluye que el 34,5% de las víctimas mortales por violencia de género eran extranjeras. La mayoría de los asesinos en ese periodo eran de nacionalidad española. Desde que se tienen registros, han sido asesinadas, entre ellas Olha, seis mujeres procedentes de Bulgaria.

Sobre este estudio y en cuanto al país de origen de las víctimas, Rosa Cursach, la actual directora insular de Igualdad del Consell de Mallorca –organismos que desde 2019 tienen las competencias en materia de violencia machista–, señala lo siguiente: “Llama la atención que el porcentaje de mujeres extranjeras que denuncia es algo superior al de mujeres que han nacido aquí”. En ocasiones, dice, “esto tiene que ver con que si tienes más red de familiares piensas que no necesitas tanto a la institución”. 

Por otro lado, sobre la mayor repercusión e impacto que tienen unos casos sobre otros, Cursach encuentra diferencias entre aquellas mujeres conocidas en sus municipios, con amigos y familia, y aquellas que como Olha pasan más desapercibidas en el lugar en el que viven. “Ahí vemos una interseccionalidad”, afirma. A nivel social, “si la víctima es extranjera y no era conocida parece que la sentimos menos nuestra, todavía hay un sesgo”, añade.

Violencias previas

No constan denuncias previas ni episodios anteriores de violencia machista.

Carteles en prevención de la violencia de género en el centro de salud del pueblo.

El asesino

Dimitri tenía 29 años en el momento del asesinato y estaba casado con Olha. Vivía en un apartamento a escasos 300 metros de la Playa de Son Baulò. 

El 13 de marzo de 2014 entró en prisión preventiva y en julio de 2016 fue condenado a 19 años de prisión, una pena que cumple en la cárcel de Palma. 

Según los medios locales que informaron de lo sucedido, en la zona nadie le conocía personalmente.

El entorno y la familia

Después de que un hombre que paseaba por la playa encontrase el cadáver de Olha en la arena, la Guardia Civil abrió una investigación para identificar a la víctima. Fue al sexto día cuando se detuvo a Dimitri como principal sospechoso. Hasta entonces, los agentes no encontraron respuestas ni en el vecindario ni en el personal de los múltiples hoteles que hay en Can Picafort.

Según la sentencia condenatoria, el único familiar conocido era su madre, que residía en Bulgaria, el país de origen de Olha. Dimitri estaba obligado a compensarla económicamente con 12.000 euros.

Centro penitenciario de Mallorca, en las afueras de la ciudad.

La Administración

En 2014, el Institut Balear de la Dona tenía las competencias en materia de prevención y atención a víctimas de violencia machista. En aquel año sufrió uno de los mayores recortes de su historia, del 14,10%, bajo el mandato del Partido Popular. Ese año no era el primero en el que se reducía el presupuesto de esta institución, que achacaba recortes desde 2009. Una tendencia que se revirtió a partir de 2015 pero que, según las expertas de la isla, ha supuesto que a día de hoy los recursos sean todavía insuficientes, sobre todo en los municipios más allá de la ciudad de Palma. Es en ellos donde se registra un mayor número de feminicidios en esta isla que, a su vez, es la que contabiliza un mayor número de asesinatos machistas. 

Según los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial, Baleares es la comunidad autónoma con la tasa más alta de feminicidios.

El tratamiento mediático

El mismo 7 de marzo, los medios locales y nacionales informaron de que había aparecido un cadáver en la Playa de Son Baulò. En un principio, algunos de ellos hablaban de un suicidio. Más adelante y con el avance de la investigación policial, todos ellos se hicieron eco de que se trataba de un caso de violencia de género. 

Siempre en la sección de ‘sucesos’, los medios informaron también, más de dos años después, de la condena que la Audiencia Provincial de Palma impuso a Dimitri.

Uno de los obeliscos que jalonan el casi desierto paseo marítimo de Can Picafort.

Seis años después

El recuerdo sobre este feminicidio que tienen todas las expertas consultadas para este reportaje es de tristeza, no solo por el asesinato de una mujer, sino por la inexistente red de apoyo que quedó al descubierto y la escasa repercusión o impacto en la isla. No es el caso de otros feminicidios que ocurrieron allí ese mismo año, como el de Maria Rosa o Isabel, de quienes las fuentes consultadas sí detallan algunas repercusiones emocionales en las personas del municipio.