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Dolores

Asesinada en Santa Pola
el 30 de enero de 2014

Texto: Alba Mareca
Fotografías: Elvira Megías

Esta historia fue publicada en octubre de 2021.

Un minuto de silencio durante el recreo en el IES Cap de l’aljub. Es toda la repercusión social que recuerda Carmen Sala, exprofesora del centro, tras el feminicidio de Dolores, de 59 años, el 30 de enero de 2014 en Santa Pola. 

El instituto en el que Sala organizaba actividades para concienciar sobre la violencia machista está a 20 minutos caminando de la casa en la que se produjo el asesinato. Allí, Dolores y su marido, de 58 años, habían convivido durante todo su matrimonio. Ese día, según la autopsia, él la asfixió y después se ahorcó. Cuatro años antes, en 2010, había cumplido una orden de alejamiento de 16 meses por maltrato, pero entre ese año y 2014 no figuran en las instituciones públicas otros episodios de violencia. 

Cementerio de Santa Pola.

Cuesta encontrar una mínima pista sobre quiénes eran ambos en este municipio de la costa alicantina. Su barrio está desierto en uno de los días más calurosos de julio. El que era su portal es el único en la avenida que tiene un pequeño pasillo adornado con arbustos y flores en el que cobijarse a la sombra. 

En las noticias consultadas sobre lo ocurrido ni siquiera figura el nombre del presunto asesino –al suicidarse, nunca pudo ser juzgado– y desde el Ayuntamiento, tras varios intentos, no han respondido a las preguntas planteadas para la elaboración de este reportaje. La respuesta del resto de fuentes es clara: siete años después, nadie recuerda nada

Según las crónicas de aquel día, los hechos se produjeron con enorme sigilo. “Mientras en el interior de la vivienda se desarrollaba el levantamiento del cadáver, la mayoría de vecinos y comercios cercanos eran ajenos al luctuoso suceso”, detalla una pieza informativa firmada por varios periodistas, donde aún se usa el término suceso para abordar la violencia machista. La misma noticia habla de una “discreta presencia de la Guardia Civil en la zona” que no causó ninguna expectación en la calle, donde el vecindario estaba sorprendido por lo ocurrido. El cuerpo de Dolores ni siquiera cruzó el pasillo decorado a las puertas de su casa. El dispositivo lo sacó por una salida trasera.

Sala, que ahora forma parte de la asociación feminista Voces de Santa Pola, habla del olvido siete años después: “Parece que cuando el agresor se suicida, ya está”. Sin embargo, tras lo ocurrido, quedaron huérfanas las dos hijas del matrimonio, tal y como informaron los medios de comunicación, y a las que tampoco hemos podido acceder.

Este municipio de la costa alicantina tiene más de 33.000 habitantes.

En 2014, las movilizaciones contra la violencia machista no habían comenzado todavía en Santa Pola. El movimiento arrancó en 2015, con la creación de esta organización. María Esteve, también miembro de la asociación Voces, incide en el aspecto que vertebra esta historia: “Un silencio de pueblo de antaño”.

Sala y Esteve forman parte del reducido grupo –”somos 12 o 13”, especifica Esteve– que se manifiesta el primer martes de cada mes contra la violencia machista. Solo han conseguido reunir a más gente en convocatorias concretas, como la que se organizó tras la desaparición de las dos niñas y su padre en Tenerife la pasada primavera, o la performance El violador eres tú, que se replicó en varios puntos en todo el mundo. Pero más allá de la movilización, Sala insiste en que “desde la Administración hay que erradicar la pobreza que sufren las mujeres”. Su relación con la violencia de género, sostiene, es directa. 

Ambas mujeres son críticas con el trabajo actual del Ayuntamiento –con el Partido Popular al frente– en esta materia. Como se ha repetido en numerosas ocasiones para sensibilizar sobre los feminicidios, Esteve compara la gran repercusión de los asesinatos de ETA con la escasa atención que se presta a los crímenes machistas. Lo dice al pasar por la plaza que rinde homenaje a una víctima de un brutal atentado de la organización terrorista en Santa Pola. Y concluye que la violencia machista no importa a los representantes políticos del municipio. 

María Esteve en la sede del colectivo Voces de Santa Pola.

El silencio y el olvido en torno al feminicidio de Dolores es algo que confirma también Samuel Ortiz. “Hay un vacío”, dice el que fue concejal de Igualdad, Participación y Servicios a la Ciudadanía del Ayuntamiento de Santa Pola entre 2015 y 2019 por el Grupo Municipal de Esquerra Unida (Acord Ciutadà). 

Ortiz explica que a su llegada al Ayuntamiento partían de cero: “Se conmemoraba el 25 de noviembre o el 8 de marzo, pero todo era muy para adentro, muy institucionalizado”. De su legislatura destaca que cambió “el mensaje”: “El discurso sobre la violencia machista se hizo más reivindicativo”, en parte, gracias a la coordinación con la plataforma Voces. 

Otra de las iniciativas que destaca Ortiz de esos años es la incorporación del pueblo al sistema VioGen, que permite hacer un seguimiento de los casos de violencia de género de un municipio. Aunque este existe desde 2007 gracias a la Ley Orgánica 1/2004, Santa Pola no llegó a su red hasta 2015. “Antes de eso no había una coordinación estructural. El argumento de la policía era que si maltrataban a una mujer, ellos actuaban como con cualquier otro caso. Pero yo pienso que hace falta una especialización”, argumenta el exconcejal, quien añade que en esos años también implementaron formación específica para estos servicios. En enero de 2015, un hombre mató a su expareja y a la hermana de esta en la pedanía ilicitana de El Altet y después se suicidó. Los tres estaban empadronados en Santa Pola.

El asesinato de Dolores apenas trascendió en la prensa y su caso se archivó tras haberse suicidado el presunto asesino. Fue el primer feminicidio en Alicante en 2014, pero no el único. Ese año hubo cinco asesinatos machistas en la provincia. Según un informe elaborado por el Consejo General del Poder Judicial en el que analiza los 1.000 primeros asesinatos machistas registrados desde el año 2003, Alicante es la tercera provincia de España en la que han asesinado a más mujeres, tras Madrid y Barcelona. La séptima si se tiene en cuenta el porcentaje de población.

Preguntado por los cambios que considera que han podido producirse en el Ayuntamiento de Santa Pola en los últimos dos años, el exconcejal Samuel Ortiz señala uno que encuentra simbólico. El área que trabaja la prevención de la violencia machista ha cambiado en su correo electrónico la palabra “igualdad” por “mujer”. 

Las expertas consultadas para este reportaje insisten en la necesidad de que las políticas públicas tengan transversalidad de género, aborden o no específicamente la violencia de este tipo. “La violencia de género no es una cuestión privada ni individual y no pertenece al mundo de la alcoba: es una cuestión social”, recalca Puri Heras, profesora de Antropología Social e integrante del Centro de Investigación de Estudios de Género de la Universidad Miguel Hernández de Elche. 

Heras encuentra en la prevención uno de los principales déficits del trabajo contra la violencia machista. La experta considera esencial que se detecten este tipo de situaciones y se actúe rápido. Aunque suele mencionarse como prioritaria la vía judicial, de la denuncia, para abordar estos casos, Heras explica que, a menudo, “las mujeres utilizan la queja como escucha de un cuerpo que está siendo violentado: por ejemplo, expresan malestares físicos y acuden de forma reiterada a la consulta médica”. Por eso, considera especialmente relevante el papel de los centros de salud en este sentido y menciona el programa SIVIO que la Generalitat Valenciana ha impulsado junto a los Centros de Atención Primaria y Especializada. 

La pandemia, sin embargo, ha ralentizado la aplicación de este programa, según explica Modes Salazar, jefa de la Unidad de Violencia sobre la Mujer, dependiente de la subdelegación del Gobierno de Alicante. “Los servicios de salud en la Comunidad Valenciana fueron declarados libres de violencia de género y se están implicando, se ha formado a gran número de profesionales, pero hay que seguir”, añade.

Una de las playas de Santa Pola, en julio de 2021.

 

Violencias previas

El presunto asesino había cumplido una orden de alejamiento de 16 meses en 2010 por maltrato. Entre ese año y el 2014 no figuran en las administraciones otro tipo de violencias.

El presunto asesino

Al suicidarse, no existe una condena sobre el presunto asesino. Tampoco una investigación ni una sentencia posteriores. 

Tenía 58 años y su nombre no figura en las noticias publicadas al respecto. Ambos tenían dos hijas que quedaron huérfanas.

La Administración

En 2014, el Ayuntamiento de Santa Pola todavía no formaba parte de VioGen, el sistema de seguimiento de casos de violencia de género, a pesar de que este servicio se impulsó a nivel estatal en 2007. Es con el cambio de gobierno, a partir de 2015, cuando el municipio llega a esta red. Al final de esa legislatura, el que fue concejal de Igualdad en esos años, Samuel Ortiz, asegura que en 2019 eran más de 100 las alertas de Cruz Roja sobre violencia de género.

Según la página web del Ayuntamiento –desde donde no han dado respuesta a algunas cuestiones planteadas para este reportaje–, este cuenta con una Unidad de Violencia de Género que trabaja en coordinación con Servicios Sociales y también con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Esta Unidad organiza actividades de sensibilización en fechas señaladas, como el 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

En 2014 hubo cinco feminicidios en la provincia de Alicante. Según un informe elaborado por el Consejo General del Poder Judicial en el que analiza los 1.000 primeros asesinatos machistas registrados desde el año 2003, Alicante es la tercera provincia de España en la que han asesinado a más mujeres, tras Madrid y Barcelona. La séptima si se tiene en cuenta el porcentaje de población.

Tal y como recuerda Modes Salazar, jefa de la Unidad de Violencia sobre la Mujer –dependiente de la subdelegación del Gobierno de Alicante–, el peor año de esta provincia en cuanto a violencia machista fue 2019, con siete asesinatos por este motivo. “Tantos como en el 2016, 2017, 2018 y 2020 juntos”, dice Salazar, quien considera que su papel ahora está centrado en “trabajar desde la prevención”: “Es mejor evitar caer en la violencia que intentar salir de ella”.

El tratamiento mediático

Los medios locales informaron del feminicidio el día en que sucedió pero no hay rastro informativo más allá del 31 de enero, cuando se dio a conocer el resultado de la autopsia.

Las noticias contaron con detalle el levantamiento de los cadáveres. Sin embargo, no incluyen el nombre de ambos, aunque sí sus edades. Y en algunos casos hablan de “suceso”.

Siete años después

El feminicidio de Dolores no causó apenas repercusión social en Santa Pola en 2014. Siete años después, las personas del municipio entrevistadas para este reportaje recuerdan vagamente lo sucedido y hablan de olvido y silencio ante este feminicidio.