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Mari Ángeles

Asesinada en Pozoblanco
el 14 de enero de 2014

Texto: Mercedes Domènech

Fotos: Álvaro Minguito

Es lunes. Y como suele ocurrir los lunes de final de mes en Pozoblanco (Córdoba), los políticos y políticas de todos los partidos con representación (PP, PSOE, Pozoblanco en positivo, Cambiemos Pozoblanco y Ciudadanos demócratas e independientes) abandonan el salón de plenos del Ayuntamiento durante unos minutos. En la calle, a las puertas del edificio municipal, acompañados de alguno de los más de cien colectivos sociales que existen en el pueblo, leen un manifiesto y guardan un minuto de silencio por las víctimas de violencia machista que durante los últimos 30 días han sido asesinadas en España.

Mujeres del pueblo, ataviadas con máscaras y pancartas de colores, las representan de manera simbólica. Lo hacen desde hace 14 años, con todos los partidos que, desde entonces, han gobernado en el consistorio, incluido el actual, el Partido Popular. Al terminar, los dirigentes de este municipio agrario –con algo más de 17.200 habitantes– regresan al interior del edificio y celebran, también como cada lunes de final de mes, el pleno ordinario.

Quienes ceden sus cuerpos durante el acto extraordinario forman parte de la asociación feminista Ventana Abierta, promotora de la iniciativa. Ellas intervienen a sabiendas de que los sectores más reaccionarios llevan tiempo queriendo acabar con la reivindicación. “Somos muy críticas y eso ha empezado a molestarles”, reconoce abiertamente Tránsito Habas, su presidenta, en el pequeño local en el que suelen reunirse, anexo a los juzgados. Comenzaron su andadura en 1997 sin escatimar esfuerzos y, dos décadas después, su labor está consolidada, pero siguen sintiéndose “criticadas y vilipendiadas” con frecuencia: son insultadas a través de Internet, son objeto de crítica en pintadas ultras y se enfrentan a que las llamen “rojas”, “lesbianas”, “putas” o “antihombres” ocasionalmente. Ellas lo tienen claro: “No hay nada más difícil que ser feminista en un pueblo”. Saben que no pueden desperdiciar energías y advierten de que no pararán. Ocasionalmente una mujer suele unirse con discreción a las concentraciones que convocan. Es madre de la última víctima mortal que hubo en la localidad, prefiere no hablar de su sufrimiento en público.

Su hija se llamaba Mari Ángeles. Quienes la conocían coinciden al describirla: era libre, moderna e independiente. “Yo no me lo creía. Me enteré porque lo estaban dando en televisión y empezó a sonar el teléfono”, cuenta Mercedes, que nunca olvidará aquella fecha: 14 de enero de 2014. Una de sus compañeras de la limpieza en el Centro de atención a personas con discapacidad física que gestiona el Imserso había sido asesinada por su pareja.

Mari Ángeles, aquel día, no fue a trabajar. Y saltaron las alarmas. Hacía tiempo que mantenía una relación con Javier, conocido por su conflictividad. Preocupada, su hermana fue a buscarla a su casa. Poco después, sobre las 18.20 horas, una patrulla de la Guardia Civil recibió el aviso de un posible caso de violencia machista y se desplazó hasta el domicilio, un primero que aún linda con una oficina del Servicio Andaluz de Empleo. Una vez en el interior, los agentes certificaron que Mari Ángeles, de 46 años, había sido asesinada. Él, de 37, se suicidó después. En su coche encontraron una carabina del calibre 22.

Javier siguió supuestamente un patrón de conducta  especialmente repetido en los 150 asesinatos por violencia machista que se produjeron en Andalucía entre 2005 y 2015: uso de arma blanca, crimen cometido en el hogar entre personas que mantenían la convivencia. En 42 de esos casos, el presunto agresor se quitó la vida antes de llegar a juicio, según un informe de la Junta de Andalucía.

A Antonio Arévalo le tocó cubrir el crimen para la televisión local. Un colega fotógrafo lo puso sobre la pista: algo grave pasaba a tan solo unas calles del Ayuntamiento. “Todavía hoy se me siguen poniendo los pelos de punta”, dice mientras se frota uno de sus brazos. Sabía que su prima vivía allí, así que trató por varias vías de conocer el nombre de la víctima mientras se dirigía a la zona. Al llegar, confirmó sus sospechas: era ella. Cuenta Antonio que, a pesar de que sus propios compañeros le aconsejaban que se marchara, permaneció horas en la puerta del inmueble, “hasta que la Guardia Civil sacó su cadáver”. Al acabar la jornada, se fue a ver a su tía.

Pozoblanco amaneció al día siguiente con mucho dolor. Despedían a Mari Ángeles tan solo siete meses después de que Remedios, una vecina de 80 años, fuera asesinada por su marido. Él falleció el mismo día en la vivienda, según la autopsia, por una caída accidental. Las hijas del matrimonio desvelaron entonces que los episodios violentos “eran continuos”. Ni Mari Ángeles, según confirmó la concejala de Igualdad, Francisca Fernández, en su momento, ni Remedios, según la subdelegación de gobierno, habían denunciado previamente.

En 2013, el año del asesinato de Remedios, 85 mujeres de esta comarca fueron atendidas por violencia machista, según datos del Centro de la Mujer; nunca antes habían sido tantas. Especialistas indican que el empoderamiento de las mujeres puede influir en el aumento de la violencia. En Pozoblanco, el porcentaje de gestoras en las explotaciones agrarias había alcanzado en esas fechas casi un 23%, mientras que la media de Andalucía era de un 19%, según el Informe de gestión agraria y pesquera de la Junta.

Tras los minutos de silencio institucionales y los tres días de luto oficial, en este pueblo cargado de símbolos religiosos en calles, plazas, colegios y balcones, se impuso una vez más la rutina. Y aún hoy, cinco años después, nadie se ofrece a recordar abiertamente unos hechos que nos interpelan: su análisis sereno permitiría detectar qué falló y por qué no fuimos capaces de proteger a estas dos mujeres. Sin un clima apacible que propicie las palabras, se erigen las dramáticas estadísticas como único revulsivo de la memoria.

 Si el duelo no se hace, y después de cinco años “nadie quiere hablar, se puede convertir en patológico. A la larga puede significar problemas mucho más graves”, advierte la psicoanalista Anna Miñarro. Para esta especialista en gestión del trauma, la clave está en que se trabaje en distintos ámbitos desde una magna visión interdisciplinar, especialmente en las escuelas.

Es ahí donde se centra la lucha de la asociación feminista Ventanas Abiertas, que demanda formación continua en todos los sectores de la educación y una visión de género en las políticas públicas. Su esfuerzo ha comenzado a dar frutos: hace tres años organizaron una mesa redonda y arrancaron al anterior regidor (perteneciente a la agrupación ciudadana Pozoblanco en positivo) el compromiso de que el municipio se adhiriera a la Red Viogen de seguimiento y protección de las víctimas de violencia de género, dependiente del Ministerio del Interior. Meses después, ya era realidad: la Policía local se incorporaba a la mesa local de coordinación contra la violencia de género junto a la Guardia Civil, los juzgados, el Hospital Comarcal Valle de los Pedroches, los servicios sociales y el Centro de Información a la mujer, uno de los que ofrecen más servicios de toda Andalucía.

Este último organismo cuenta en la actualidad con un presupuesto local de 30.000 euros para la prevención y sensibilización contra la violencia machista. En 2012, año en el que el Gobierno de Rajoy pidió un rescate de 100.000 millones para la banca, la cuantía llegó a reducirse un 30%. Ahora, dos años después de la aprobación en el Congreso del Pacto de Estado, Pozoblanco ha recibido una dotación económica extra: 19.895 euros. Una suma de esfuerzos que busca mejorar la respuesta institucional de protección a las víctimas y lograr el rechazo unánime a la violencia machista.

Violencias previas

Mari Ángeles, divorciada de su anterior pareja, mantenía una relación con Javier Fernández Pozuelo, conocido en Pozoblanco por su carácter conflictivo y violento.

No consta que Mari Ángeles hubiese interpuesto denuncia alguna por violencia de género.

El presunto autor del crimen

Javier Fernández Pozuelo tenía 37 años y reputación de conflictivo en el pueblo.

El día del homicidio, una compañera de la empresa de limpieza en la que trabajaba Mari Ángeles llamó a su hermana cuando se percató de que no había ido a trabajar. La familia alertó a la la Guardia Civil, que cuando llegó al domicilio encontró los cadáveres de ambos.

La sentencia

Puesto que Javier Fernández se suicidó, como marca el protocolo, el juzgado archivó la causa.

La Administración

Tras los asesinatos de Mari Ángeles y Remedios, Pozoblanco se adhirió a la Red Viogen de seguimiento y protección de las víctimas de violencia de género, dependiente del Ministerio de Interior. Aglutina a las diferentes instituciones públicas que tienen competencias en materia de violencia de género con el fin de mejorar su coordinación en el seguimiento de los casos. Por esta razón en Pozoblanco hay una mesa conformada por la Policía local, la Guardia Civil, los juzgados, el Hospital Comarcal, los servicios sociales y el Centro de Información de la Mujer.

Este último, que centraliza la lucha contra la violencia de género en el municipio, cuenta con 30.000 euros de presupuesto anual, un 30% más que en los tiempos de recortes del gobierno de Rajoy.

Pleno municipal de Pozoblanco

El tratamiento mediático

El asesinato de Mari Ángeles tuvo una amplia cobertura informativa, especialmente en medios provinciales. Tuvo lugar apenas siete meses después del de Remedios, otra vecina de Pozoblanco asesinada a los 80 años.

En las crónicas del momento encontramos la imagen de la víctima, su identidad completa, la ubicación exacta de su domicilio y fotografías de la fachada.

Se recogió la impresión del vecindario y versiones contradictorias sobre la relación que mantenían el presunto asesino y su víctima.

Cinco años después

Gracias a la partida presupuestaria que ha recibido Pozoblanco este año proveniente del Pacto de Estado, el consistorio ha presentado una campaña y unas jornadas de sensibilización contra las violencias machistas.

Sin embargo, la asociación feminista Ventanas Abiertas sigue demandando formación específica en el ámbito de la educación y la aplicación del enfoque de género en las políticas públicas.

En estos cinco años, en el municipio no se ha registrado ningún otro asesinato por violencia machista.

[Este reportaje fue elaborado entre marzo y abril de 2019 y podrá ser actualizado en el futuro].