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Alicia

Asesinada en El Campello
el 14 de febrero de 2014

Texto: Anna Gimeno

Fotografías: Elvira Megías

Esta historia fue publicada en enero de 2022.

Alicia fue asesinada por un hombre al que su familia y entorno no conocían. Los hechos ocurrieron en casa de Alicia, de 58 años, un apartamento al que se había mudado recientemente en la playa de El Campello (Alicante). En Lorca (Murcia), el pueblo en el que había vivido y criado a sus hijas e hijo antes de separarse y en el que había sido concejala años atrás, fue juzgada socialmente y, con ello, revictimizada.

”Vinieron a decirme que Alicia se lo había buscado por haberse separado de su marido y aspirar a una vida independiente; y que a las mujeres, cuando nos separamos, se nos va la cabeza”, cuenta una de sus amigas de toda la vida. “Que se sepa que cuando la asesinaron hubo gente que la juzgó y la culpabilizó de su propio asesinato, entre ellos algún concejal de la oposición municipal”, recuerda. “Publica mi nombre porque quiero que se sepa que lo cuento yo”, dice Lina Mena. 

En el pueblo, “pese a haber sido concejala, pasaron de puntillas por su muerte, no hay una placa o algún detalle que la recuerde”, lamenta su amiga. Y prosigue: “Durante muchos años, en su entorno prácticamente no hemos hablado de lo que pasó, hay mucho silencio debido al dolor, pero necesito decir que Alicia, que trabajó con responsabilidad por su pueblo, merece un reconocimiento”. 

La presidenta de la Federación de Organizaciones de Mujeres de Lorca, Pilar Fermández, está de acuerdo. Y añade: “Es muy común que se ponga el foco en la mujer y que se la señale como culpable de su asesinato o de las agresiones que sufrimos; en muchos casos se han seguido haciendo juicios paralelos, hasta en la actualidad, como en el de La Manada, por ejemplo, cuestionándola incluso por hacer su vida, por salir a la calle después de la violación”. Fernández insiste en la idea de cómo la sociedad sigue juzgando a las mujeres:  “Aún hoy en día se nos dice que vamos provocando, se nos juzga por nuestra forma de vestir o a qué horas vamos por la calle, como si por ello estuvieran justificadas las agresiones”.

Alicia había puesto fin a su matrimonio hacía apenas unos meses cuando fue asesinada. Pero su exmarido no fue el agresor. Mantenía una relación cordial con su expareja y padre de sus hijos y buscaba emprender una nueva vida. Sus dos hijas y su hijo eran mayores de edad. En unos días iba a ser abuela por primera vez, esperaba la inminente llamada de su hija anunciando el parto y apenas empezaba a recorrer un nuevo proyecto vital cuando Riaz Khuram, su asesino, se cruzó en su camino.

Ayuntamiento de El Campello.

La sentencia considera hechos probados que Alicia recibió de manera sorpresiva un fuerte golpe en la cabeza con una banqueta que le causó la muerte y no le permitió ningún tipo de defensa. El asesino, además, huyó sin prestarle socorro y fue detenido en Limbiate (Milán) el 8 de abril, casi dos meses después del feminicidio. Tras el juicio que se celebró con jurado popular en la Audiencia Provincial de Alicante y dos recursos desestimados por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Riaz Khuram fue condenado a 16 años y seis meses de prisión, con agravante de alevosía

La historia de Alicia es la de una mujer con iniciativa, idealista y con mucho carácter, que se casó y tuvo a sus hijos muy joven y decidió emprender una vida independiente en la madurez. En la legislatura 1995-99 se embarcó en el proyecto político del PSOE en Lorca y fue concejala responsable de Turismo, Comercio y Artesanía, al frente además de la Primavera Cinematográfica de Lorca-Semana de Cine Español, un cargo del que “dimitió desencantada de la política antes de acabar la legislatura”, cuenta su amiga Lina. 

Al separarse, abandonó Lorca y se buscó un apartamento en la playa de Muchavista de El Campello, cerca de su hermana. En el edificio de los apartamentos donde ocurrió el feminicidio, el vecindario la recuerda de oídas, más por los rumores y comentarios a raíz de la publicación de la noticia en la prensa que por haberla conocido personalmente. Son apartamentos vacacionales frente al mar con mucho inquilino de paso y también una importante población extranjera, un lugar donde Alicia apenas había tenido oportunidad de darse a conocer. 

El conserje del bloque sí la recuerda y nos cuenta que acompañó a la comitiva policial y familiar a la apertura de la puerta del apartamento aquel 14 de febrero de 2014 tras la denuncia de la hermana de Alicia, alarmada por su ausencia y falta de respuesta. También recoge la sentencia que este conserje fue la única persona que afirmó haber visto a Alicia con el que fue su asesino, en una sola ocasión, saliendo del inmueble unos días antes del crimen, según su declaración.

La prensa recogió de la sentencia la idea de que Alicia había iniciado una relación con el que fue su agresor, pero su entorno discrepa en este asunto y encontramos testimonios contradictorios. La Fiscalía y la Abogacía de la Generalitat Valenciana solicitaron la agravante de parentesco durante la instrucción pero finalmente esta fue desestimada. No obstante, la sentencia considera hechos probados que el autor del asesinato “acudió invitado por Alicia a su domicilio a pasar unos días”, es decir, que no entró al domicilio por la fuerza, aunque no explica cómo se llegó a la conclusión de que había sido invitado “a pasar unos días” ni que esa invitación significara una relación afectiva. 

Una papelera con un mensaje contra la violencia machista.

En su entorno, Lina Mena no solo niega cualquier relación sentimental entre la víctima y el agresor, también sostiene que podría haberse interpretado de esta manera simplemente porque se trataba de una mujer que comenzaba a hacer vida independiente. Mena no descarta que Alicia atendiera e incluso pudiera tener intención de ayudar de alguna manera al agresor, un hombre paquistaní, de 29 años, en relación con su situación en España, ya que, según su testimonio, era una mujer solidaria y dada a ayudar a quien lo necesitara.

De hecho, unos meses atrás, según recuerda Mena, Alicia le habló de él: “Alicia me habló del que después sería su asesino pero fue exclusivamente en relación con que un conocido de ambos se lo había presentado y buscaba ayuda con respecto a su situación en España. Recuerdo que Alicia manifestó una cierta extrañeza y desconfianza hacia él y nunca más volvió a nombrarlo”, asegura su amiga.

Realmente, el hecho de que pudieran haber iniciado una relación o se tratara de un ofrecimiento de ayuda ocasional, no tiene relevancia en lo que se refiere a la calificación del caso como violencia de género ya que esta puede darse también contra mujeres que no son pareja del agresor ni mantienen o han mantenido una relación sentimental con él. Por otra parte, Alicia era una mujer libre y mayor de edad. Pero sí es relevante el hecho de que cuando una mujer madura e independiente se relaciona libremente, presta su ayuda o incluso recibe en su domicilio a un hombre, se interprete en los medios de comunicación e incluso se pueda dar a entender en una sentencia como una relación sentimental probada.

El caso fue considerado oficialmente como violencia de género en una fecha en la que solo se registraba como tal en la estadística oficial aquella ejercida por la pareja, expareja o persona con la que la víctima mantuviera o hubiera mantenido una relación sentimental, de modo que se tomó en consideración lo que la sentencia apuntaba y la prensa daba como confirmado.

Hasta el 1 de enero de 2022, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género no ha comenzado a registrar en sus estadísticas como violencia machista la ejercida por hombres contra mujeres fuera del marco de las relaciones de pareja. Es decir, toda aquella que se considere motivada por discriminación sexual o por las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, tal como establece desde 2011 el Convenio de Estambul, ratificado por España en 2014.

La familia de Alicia ha declinado hablar. Aún duele demasiado para hacer memoria de lo que pasó. No obstante, una de sus hermanas sí manifestó que no consideran el caso como violencia de género, quizá porque, como declaró la familia y amistades en el juicio, no reconocieron entre víctima y agresor ninguna relación. Sin embargo, otra de sus hermanas, según publican algunos medios, declaró que Alicia le había contado días antes que había conocido al agresor recientemente y que este le había pedido que se casara con él para obtener papeles, pero ella se había negado. Una circunstancia que no consta en la sentencia pero que, según algunos medios, el asesino también expuso en el juicio.

Con o sin relación sentimental, Alicia fue doblemente víctima, primero por su feminicidio y, con posterioridad, por la sanción social sexista que se produjo en Lorca, el municipio en el que había vivido, donde vivían sus hijos y donde era conocida. 

Control patriarcal durante toda la vida

La especialista en investigación con perspectiva de género y profesora de Sociología de la Universitat de València Teresa Samper Gras considera que este caso recuerda que “la violencia es un método para el control y el sometimiento de las mujeres a los roles que interesan al poder”. En el caso de Alicia, el juicio social que sufrió, dice Samper, viene a señalar que “las mujeres deben estar bajo el control patriarcal y, además, deben hacerlo durante toda la vida, no solo hasta que los hijos crecen y se hacen independientes, también después”. De hecho, continúa la investigadora, “Alicia decide separarse siendo ya una mujer de 58 años, y es sancionada socialmente incluso habiendo cumplido su rol de madre cuidadora hasta que sus hijos fueron mayores de edad”. 

Para Samper, “la figura del estereotipo de género reúne todo lo que el sistema espera de las mujeres, un imaginario muy falso que se construye para el orden social y con el que las mujeres cargamos en todas partes, en nuestra vida cotidiana, cuando vamos a entrevistas de trabajo, cuando denunciamos, cuando nos divorciamos… ”. Precisamente, en una investigación sobre la custodia compartida en la Comunidad Valenciana, afirma Samper, advierten que “en ese proceso las madres tienen que lidiar con los estereotipos de mujeres mentirosas, ambiciosas, frías, que persiguen quedarse con todo el dinero, los hijos en común y la casa familiar, una idea estereotipada que, como otras, quedó absolutamente desmentida por los datos”.

Ocurre igual, señala la investigadora, con las supuestas denuncias falsas en violencia de género, “que buscan frenar las denuncias” y un “retroceso en los avances hacia la igualdad frente a las demostraciones de poder de las mujeres, más visibles en los últimos años; es decir sembrar el miedo para frenar el avance”.

Para la investigadora de la Universitat de València, “la comprensión social de la violencia de género es muy importante”. Por ello recalca “el acierto del método de análisis” empleado en el proyecto #PorTodas: “Realiza una investigación de casos en profundidad, en movimiento temporal –al analizar la situación previa y posterior a cada feminicidio– y espacial –al analizar casos de diferentes territorios–, e incorporar el análisis del contexto y una perspectiva multidisciplinar”.

La violencia de género, según la profesora, “no debe analizarse desde una sola disciplina, como podría ser la sociología, porque también confluye el contexto histórico y el sistema capitalista apoyado en las relaciones de poder sobre las mujeres”, argumenta. En ese marco, señala la investigadora, “la violencia cumple la función de controlar a las mujeres y mantenerlas en los roles que interesan al poder: ten miedo de dejar a tu marido, no denuncies, no vayas sola, sé modélica y, además, durante toda la vida”. 

Por otra parte, para la especialista en investigación con perspectiva de género, “resulta inusual que Alicia fuera juzgada y culpabilizada de su propio asesinato porque en este caso confluyen dos subalternidades, la de inmigrante –del agresor– y la sexual –de la víctima–, y en estos casos es más común atribuir la responsabilidad o la causa a la cultura de origen del migrante”, explica.

Al preguntar a diferentes fuentes sobre el feminicidio de Alicia, incluso fuentes policiales, la nacionalidad del agresor se esgrimía como factor explicativo, atribuyendo a su cultura de origen una mayor carga de discriminación sexual. Sigue presente la falaz creencia de que las agresiones machistas son más propias de otras culturas distintas a la nuestra así como la asociación de la violencia machista con perfiles de marginalidad. Pero los prejuicios respecto a la nacionalidad del machismo quedan desmentidos por los datos.

En el Informe 1.000 casos de víctimas mortales por violencia de género 2003-2019, del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), se muestra que, de todos los casos de feminicidios registrados entre enero de 2003 y abril de 2019, el 66,4% de los agresores eran españoles. En el análisis de las zonas geográficas de procedencia de los agresores extranjeros se observa, además, que los más numerosos son los originarios de América Latina (42%) y Europa (34%). En el mismo informe se muestra que las víctimas mortales españolas asesinadas por un extranjero fueron un 7% del total de víctimas, el mismo porcentaje que de extranjeras asesinadas por un español, en dicho periodo.

Playa de El Campello.

Alicia era activa en redes sociales con una cuenta en Facebook. El mismo día de su asesinato, el 14 de febrero de 2014, publicó una entrada irónica y de desapego en tono de humor sobre San Valentín. Los días previos publicó una foto de sus hijos con el texto “lo mejor de mi vida” e intercambió comentarios con familiares y amigos en los que podía adivinarse a una mujer con planes de encontrarse con familia y amigas, ir a algún concierto y divertirse.

Violencias previas

No existe evidencia de violencias previas en el caso de Alicia. Diferentes testimonios señalaron en el juicio que Alicia no conocía o había conocido recientemente al que fue su asesino. De ser así, no se habrían dado tampoco las condiciones para la existencia de violencias y denuncias previas.

En El Campello se había registrado un asesinato por violencia de género en 2007. Después de que mataran a Alicia, se cometieron otros dos feminicidios: una mujer fue asesinada apenas seis meses después, en 2014, y otra más en 2017.

Lorca, el municipio de Murcia en el que residió Alicia hasta poco antes de ser asesinada, era hasta octubre de 2021 una de las 25 ciudades de más de 50.000 habitantes que no había registrado ningún asesinato machista, según el citado informe del CGPJ. En octubre de 2021, Manuela, de 51 años, fue encontrada de madrugada sin vida en la calle semidesnuda por un operario de la limpieza municipal.

Al fondo, Torre de la illeta, una construcción defensiva del siglo XVI.

La sentencia

La sentencia, dictada por la Audiencia Provincial de Alicante en octubre de 2015 y ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana después de desestimar dos recursos en febrero de 2016, consideró a Riaz Khuram culpable de asesinato con la agravante de alevosía y lo condenó a 16 años y seis meses de prisión. En el dictamen se considera hechos probados los siguientes: “Sobre el 7 de febrero de 2014, el acusado acudió invitado por Alicia a su domicilio de El Campello para pasar unos días […]. En el salón de la vivienda, el acusado golpeó fuertemente en la cabeza a Alicia con una banqueta de madera que sujetó por una de sus patas. A consecuencia del fuerte impacto, sufrió un importante traumatismo craneofacial izquierdo que dio lugar a lesiones (…) que causaron la muerte de la víctima”. 

El acusado admitió estos hechos en el juicio, además de manifestar que, tras la agresión mortal, se marchó del domicilio. La sentencia considera probado que “la acción desarrollada por el acusado fue repentina e imprevista para la víctima, que no esperaba ser objeto del ataque, lo que le impidió prepararse contra él y reaccionar en consecuencia, al menos en la medida de lo posible”. Por ello, se estimó la agravante de alevosía súbita o sorpresiva y en el fallo se desestimó la petición del acusado que solicitaba una calificación de homicidio imprudente, en lugar de asesinato, y alegaba legítima defensa. Khuram declaró que “golpeó a Alicia porque esta previamente le había intentado pinchar, hasta en dos ocasiones, con un cuchillo que había cogido de la cocina”.

Pero el jurado consideró que “ninguna prueba avala dicha versión de hechos. Es más, se argumenta, que lo lógico habría sido encontrar un cuchillo fuera de lugar, lo que niegan todos los que acudieron en primera instancia a la vivienda”. De modo que la concurrencia de legítima defensa fue descartada. Además, de la inspección ocular y de la autopsia se desprende que “no apreciaron signo alguno de lucha. La víctima no presentaba signos de defensa”.

La sentencia expresa que “lo normal, dado el ataque sufrido, (…) es que estuviera de espaldas o desatenta a la acción. En otro caso, debería presentar lesiones en manos o brazos, respondiendo al movimiento reflejo para cubrirse o, incluso, restos biológicos del agresor en sus uñas”. 

La agravante de parentesco, solicitada por la Fiscalía y la Abogacía de la Generalitat Valenciana, fue desestimada por el jurado bajo el argumento de que “los hijos y amigos de la fallecida manifestaron desconocer la relación o, caso de saber de ella, la calificaron por la información que les facilitó la víctima como esporádica”. Además, se argumentó que no existía “convivencia demostrable más allá de los días previos al hecho enjuiciado y solo una persona les vio juntos, y fue el conserje del inmueble, cuando salían en una ocasión del mismo”.

El jurado calificó los hechos de manera unánime como asesinato, coincidiendo con la Fiscalía, la Abogacía de la Generalitat y la acusación particular, y descartó la pena mínima “teniendo en cuenta que el acusado actúa contra una persona que lo ha acogido en su casa, en su intimidad y que, tras el golpe, su única voluntad es huir dejando a la víctima agonizando”, como también apuntó la acusación particular ejercida por la familia.

Según el informe de víctimas del CGPJ, el promedio de penas de prisión para los feminicidas, entre 2003 y 2019, fue de 17,9 años.

El jurado también condenó al asesino de Alicia por hurto ya que se consideró probado que había sustraído a la víctima un ordenador y lo condenó a costas y a abonar una indemnización de 100.000 euros a cada hijo e hija de la víctima.

El asesino

El condenado por el asesinato de Alicia se llama Riaz Khuram. Un hombre que tenía 29 años cuando cometió el asesinato y que, de cumplir la pena íntegramente, saldrá de prisión con 45 años. De nacionalidad paquistaní, la prensa publicó que trabajaba en Lorca en el sector de la construcción o en el campo. En una ocasión, Alicia lo mencionó en una conversación con una de sus amigas más íntimas, en relación con el momento en que un conocido común los había presentado y le había explicado que necesitaba ayuda para regularizar su situación en España. El conserje del bloque de apartamentos en el que ocurrió el feminicidio lo vio en una ocasión salir del inmueble con la víctima unos días antes del asesinato. 

Durante el juicio, el agresor reconoció haber golpeado fuertemente a Alicia con un taburete y haber huido, aunque alegó que había sido en defensa propia tras una discusión. La prensa recogió su testimonio en el juicio, en el que afirmó que Alicia había rechazado su petición de que se casara con él para regularizar su situación. También recogió que el acusado había afirmado durante su declaración en el juicio que “mantenía una relación sentimental con la víctima y que los hechos se produjeron tras una discusión porque la mujer se había puesto a chatear por Skype con otro hombre y él le preguntó quién era”.

Tras asesinarla, huyó a Italia. El juez emitió una orden de búsqueda y, finalmente, dos meses después, fue detenido en Milán y extraditado. De momento, según fuentes policiales, no está disfrutando de ningún beneficio penitenciario.

Familia y entorno

En el entorno familiar el dolor está muy vivo y prefieren guardar silencio. Alicia era madre de dos hijas y un hijo mayores de edad en el momento del feminicidio. Su hermana, que vivía muy cerca del lugar del crimen, fue la que encontró su cuerpo. Su primera nieta nació unos días después de los hechos. Hoy tiene 7 años y la violencia de género le ha robado la posibilidad de conocer y disfrutar de su abuela. 

Además de acabar con la vida de una mujer, un feminicidio causa daños graves e irreparables en el entorno de la víctima. La orfandad trae consigo un daño emocional y psicológico así como la necesidad de continuar con la vida sin el apoyo de la madre, hija o hermana.

Indemnizaciones en el aire

Aunque la sentencia en este caso señaló que el condenado tenía que abonar una indemnización de 100.000 euros para cada uno de los tres hijos de Alicia, “si el condenado se declara insolvente, el Estado no se hace cargo del total del importe que las sentencias señalan que deberían recibir las familias de las víctimas. La Ley 35/1995 de 11 de diciembre de ayudas y asistencia a las víctimas de delitos violentos y contra la libertad sexual establece unas cuantías en pago único que actualmente está siendo de alrededor de 60.000 euros por víctima mortal, a repartir entre sus hijos e hijas”, explica la fiscal delegada de Violencia de Género de Valencia, Rosa Guiralt.

Esta ley, de aplicación en el conjunto del Estado, establece que “en los casos de muerte, la ayuda máxima a percibir será de ciento veinte mensualidades del salario mínimo interprofesional vigente en la fecha en que se produzca el fallecimiento”. Puede ser menos en función de la aplicación de determinados coeficientes.

No obstante, además, en la Comunidad Valenciana, territorio donde se produjo el feminicidio de Alicia, en virtud de la Ley 7/2012, de 23 de noviembre, de la Generalitat, Integral contra la Violencia sobre la Mujer en el Ámbito de la Comunitat Valenciana, en el periodo de 2012 a 2017 estuvo vigente una ayuda en pago único de 6.000 euros a cada descendiente y a la pareja si no es la causante de la muerte ni está siendo investigada por ello.

En 2018, el Consell aprobó mediante decreto 20/2018, de 9 de marzo, un nuevo reglamento que eleva considerablemente esta cuantía de 6.000 euros, para la Comunitat Valenciana, al equiparar las indemnizaciones por violencia machista con las establecidas para víctimas del terrorismo, y además con carácter retroactivo a 2017. Esta medida amplía la indemnización a 75.000 euros, en pago único, igualmente a cada descendiente y a la pareja de la víctima si no es el asesino ni está siendo objeto de investigación. Esta indemnización se puede reclamar hasta tres años después de la sentencia.

Desconocemos cuál fue la resolución de la indemnización para la familia de Alicia ya que, al igual que al abogado que llevó la acusación, han declinado darnos su testimonio. 

La Administración

El feminicidio ocurrió en El Campello (Alicante) pero tuvo más repercusión en Lorca (Murcia), donde Alicia había residido durante muchos años y donde formó parte de la corporación municipal. El Ayuntamiento de Lorca y el PSOE de este municipio emitieron un comunicado de pésame. Preguntados ahora, la Concejalía de Igualdad informa de que “no consta el desarrollo de algún tipo de acto  u homenaje al respecto”. En Lorca aún no se había registrado ningún asesinato machista en aquellas fechas.

En el Ayuntamiento de El Campello apenas la recuerdan, aunque sí se hizo mención y se manifestó el rechazo a este feminicidio en el comunicado emitido cuando en agosto de ese mismo año otra mujer fue asesinada en esta localidad: Esperanza.

En 2015 se creó por primera vez en Lorca la Concejalía de Igualdad. No obstante, desde 1989 existía el Centro de Información y Asesoramiento a la Mujer (CIAM), que en 2008 fue sustituido por el Centro de Atención Especializada para mujeres víctimas de violencia de género (CAVI). Este centro ha atendido en 2021 a más de 400 mujeres. En 2012 se constituyó la Mesa de Coordinación Local contra la Violencia de Género en el municipio. Desde 2016 funciona un Servicio de Atención Psicológica a menores expuestos a la violencia de género (SAPMEX) y desde 2019 el Servicio de Prevención y Atención Integral a víctimas de agresiones y /o abusos sexuales (CAVAX).

En 2019, el Ayuntamiento de Lorca aprobó la adhesión al Protocolo de Colaboración y Coordinación entre Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los Cuerpos de Policía Local para la protección de las víctimas de violencia de género, conocido como Viogen, y con él la creación de la Unidad de Protección Local y Atención a la Mujer (UPLAM) de la Policía Local, una unidad especializada para el seguimiento y la protección de víctimas de violencia de género. El Ayuntamiento de El Campello se incorporó en diciembre de 2020 a este sistema.

Lorca cuenta en la actualidad con recursos propios, y su adhesión a los de las diferentes administraciones estatal y autonómica. En 2021, el servicio Atenpro registró y tramitó 33 nuevas altas y un acumulado de 87 terminales activos.

En el Ayuntamiento de El Campello, desde la legislatura 2011-2015, por acuerdo plenario, al inicio de cada pleno ordinario se procede a la lectura del nombre de las mujeres asesinadas durante el mes anterior.

En la actualidad, las indemnizaciones a las víctimas de violencia machista en la Comunitat Valenciana son muy superiores a las de 2014, y existe una red de Centros Mujer 24 horas con servicios en cada provincia de la comunidad autónoma.

También en la actualidad, en la Comunitat Valenciana los municipios de más de 20.000 habitantes están obligados a disponer de una unidad especializada en violencia de género en sus policías locales.

En el último trimestre de 2021, en la provincia de Alicante había 4.050 casos activos en el sistema Viogen para la protección de las víctimas de violencia de género, una cifra que desgraciadamente se mantiene constante. En 2014, según datos de la Subdelegación del Gobierno en Alicante, solo 13 municipios de esta provincia se habían adherido al sistema Viogen. En 2021 eran 45, el 31%.

La Administración sigue sin hacer un seguimiento sistemático e integral de los casos después de los feminicidios, más allá de la atención psicosocial que ofrecen los municipios y los centros Mujer.

 

Una vía de El Campello.

Tratamiento mediático

Este caso recibió bastante atención de los medios de comunicación, especialmente de los medios locales de Alicante y de Murcia. También de la agencia Efe en Italia  cuando se produjo la detención del asesino en Milán. La mayoría destacó que la víctima había sido concejala en Lorca y la nacionalidad paquistaní del agresor. Respecto a esta, dos medios titularon con la fórmula “Detienen al paquistaní”, identificándole por su nacionalidad, y otros lo destacaron en la entradilla. La mayoría hizo referencia a este detalle en el cuerpo del texto.

La cobertura mediática del caso se prolongó en el tiempo con el seguimiento de la investigación, la detención del sospechoso, la confesión, el juicio y la sentencia.

Las informaciones señalaron desde el primer momento como principal sospechoso al autor del feminicidio. Al principio, hubo medios que recogieron las impresiones de fuentes de la Guardia Civil apuntando al robo como motivo de la agresión porque el asesino se llevó un ordenador, tarjetas de crédito y el móvil. Pero tampoco descartaron, salvo un periódico, que pudiera tratarse de violencia de género ya que en las primeras informaciones también se hacía referencia a unas supuestas declaraciones de la hermana de la víctima en las que, según algunos medios, contaba que Alicia tenía una relación reciente. Según otros medios, era un amigo que la había visitado en esos días. 

Un periódico recoge también que la hermana hizo referencia a que la misma Alicia le había contado en aquellos días que había conocido a un hombre extranjero y habían discutido porque se había negado a casarse con él para que regularizara su situación.

No se recogen declaraciones del vecindario pero, como admitieron algunos medios, no fue por haberlo descartado como fuente, sino porque no encontraron a nadie en el bloque de viviendas que conociera a la ex edil o porque no quisieron hablar. 

Entre las imágenes utilizadas en las informaciones, había una fotografía de Alicia de su perfil de Facebook y una imagen del condenado en el momento de entrar en la Audiencia de Alicante sin pixelar.

Siete años después

El paso del tiempo no permite que se rompa el silencio y que el entorno de Alicia pueda recordar y hablar sobre lo que sucedió. Solo una, de las diferentes amistades con las que hemos tratado de contactar, habla: “Porque han pasado ya siete años, la tengo muy presente en mi memoria y me duele que su asesinato haya pasado de puntillas”, explica Lina Mena. En El Campello casi nadie la recuerda. 

En los dos municipios afectados por este feminicidio hay en la actualidad más recursos de prevención y atención, y más tejido asociativo que denuncia y trabaja contra la violencia de género. En Lorca se creó en 1993 la Federación de Organizaciones de mujeres (FOML), y en El Campello existen en la actualidad dos organizaciones feministas más que en 2014.

La FOML, integrada por 38 organizaciones de mujeres, cuenta con un mapa interactivo de la ciudad de Lorca en el que se pueden consultar las localizaciones en las que han ocurrido agresiones sexistas y leer la descripción de cada agresión. Desde marzo de 2014, justo tras el asesinato de Alicia, cada primer miércoles de mes se concentran en protesta contra la violencia de género.